"La Llorona" - Representación de 9ºB
“Una mujer, envuelta en un flotante vestido blanco y con
el rostro cubierto con velo cruzaba con lentitud por varias calles y plazas de
la ciudad iluminada por la luna. Levantaba los brazos con angustia y lanzaba un
grito desesperado. Ese tristísimo ¡ay! se levantaba en el silencio de la noche,
y luego desaparecía entre ecos lejanos y, al final, terminaba con el grito más
doliente en la Plaza Mayor. Allí se arrodillaba esa mujer misteriosa. Se
inclinaba como besando el suelo y lloraba con un grito largo y penetrante.
Después se iba ya en silencio, lentamente, hasta que llegaba al lago, y en sus
orillas se perdía. Se deshacía en el aire como la niebla, o se sumergía en las
aguas”.
La leyenda de La Llorona tiene diversos elementos
simbólicos: la mujer, la maternidad atormentada, la noche, el agua, lo blanco,
la voz y el silencio, la muerte de los hijos, la Plaza y la luna, entre otros.
Se cree que su origen proviene de los mitos
prehispánicos, de hecho en La Llorona se funden varias representaciones de
diosas madres como Tonantzin (“nuestra madre” en lengua Náhuatl), la que se
adora en el cerro del Tepeyac y que después se identificará con la Virgen de
Guadalupe.
Durante la Colonia, la leyenda de La Llorona sufrió
transformaciones. No podía hablarse de una diosa o diosas prehispánicas, pues
sería blasfemia y herejía, sin embargo, su esencia indígena no pudo romperse
del todo. Se mantuvieron intactos distintos elementos: la noche, la mujer
vestida de blanco con el cabello largo y negro, el grito desgarrador de ¡Aaaay
mis hijos!, y la presencia de agua, ríos o lagos.
Existe un gran número de versiones sobre su presencia y lo que la obliga a lanzar lamentos por la noche. La Llorona es, antes que nada, madre, pero es una madre atormentada por el insufrible dolor de haber perdido o asesinado a sus hijos.
Otra de las teorías sobre el origen de La Llorona cuenta
que una mujer indígena se enamora de un español con el que tiene tres hijos,
pero él nunca le propone matrimonio y la abandona para casarse con una española.
La pobre mujer al enterarse de la traición, presa del dolor ahoga a sus hijos
en el río. Luego, al darse cuenta de lo que había hecho, se suicida. Desde
entonces, su fantasma vaga por las riveras de los ríos diciendo “¡Ay, mis
hijos!”.
Dependiendo de la zona, La Llorona ya no solo clama de angustia, es una mezcla de divinidades prehispánicas y espectros de la tradición judeocristiana: es la mujer atrayente que llama a los hombres en la noche, los seduce, los pierde o los lleva a la locura. Puede mostrar su rostro en forma de calavera o ser una mujer bellísima sin ojos."
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